¿Te ha pasado que, sin motivo aparente, sientes una presión en el pecho? Como si algo invisible te apretara desde dentro. No hay una causa física evidente, pero ahí está: ese malestar que aparece cuando menos lo esperas. Si te ha pasado, quiero transmitirte que no estás exagerando. Esa sensación tiene un mensaje que vale la pena escuchar.
En este artículo, explicaremos a qué emociones puede ir ligada esta sensación, y veremos técnicas que te pueden ayudar a gestionarla de manera adecuada.
A veces, el cuerpo se convierte en el mensajero de nuestras emociones. Cuando llevamos tiempo acumulando estrés, ansiedad, tristeza o angustia sin expresarlo, es el cuerpo quien alza la voz. La presión en el pecho es una de esas formas en que el cuerpo nos dice: “necesitamos parar, sentir, cuidar”.
Es fundamental empezar por lo básico: si sientes una presión intensa en el pecho por primera vez, con dificultad para respirar, dolor que se irradia al brazo o a la mandíbula, es imprescindible que acudas a urgencias para descartar un origen cardíaco. Antes de explorar la parte psicológica y emocional, es importante verificar que no hay una condición física subyacente que esté provocando los síntomas, y no subestimarlos si llevamos un tiempo con ello.
Sin embargo, si ya has pasado por ahí, te han hecho pruebas, y todo parece estar “bien”, es probable que estés experimentando una somatización, es decir, cuando lo emocional se manifiesta físicamente.
La ansiedad, el estrés crónico, los duelos no resueltos o las emociones bloqueadas pueden generar síntomas físicos como:
Y es que la diferenciación entre lo físico y lo mental es una manera de simplificar una realidad compleja, en la que realmente ambas dimensiones están muy entrelazadas. La separación mente-cuerpo es una manera de poder abordar los problemas desde distintas perspectivas profesionales, lo cual no quiere decir que haya una separación real. El cuerpo funciona como una máquina compleja, en la que también se incluye el cerebro y el sistema nervioso entero, y es precisamente éste el que hace el nexo de unión entre lo “mental” y lo “físico”. Por eso, los problemas emocionales también pueden provocar alteraciones físicas y dar lugar a síntomas como la presión en el pecho.
Comprende el mensaje de tus pesadillas
Sí, y de hecho, es una de las causas más comunes. A veces no somos conscientes de que estamos ansiosos/as, porque no siempre se presenta de forma evidente. Puedes estar en piloto automático, haciendo mil cosas al día, hasta que tu cuerpo te pide parar y trata de captar tu atención con estos síntomas.
La presión en el pecho puede ser el preludio de un ataque de ansiedad o una señal de que llevas tiempo ignorando tus necesidades emocionales. Esta sensación se produce normalmente por un desajuste en la respiración. Cuando estamos agitados o nerviosos, nuestra respiración se acelera, haciendo que tomemos más oxígeno del que necesitamos. La presión en el pecho es una respuesta a ese desajuste, para intentar coger menos oxígeno. Sin embargo, la sensación de ahogo que nos produce puede empeorarlo, haciendo que queramos coger más oxígeno cuando realmente no lo necesitamos, empezando así un ciclo vicioso.
La presión en el pecho no siempre es ansiedad. También puede estar relacionada con:
Cada emoción tiene su forma de manifestarse en el cuerpo. El pecho es una zona donde sentimos el amor, el dolor y la angustia. Y cuando no lo expresamos, podemos llegar a somatizarlo.
Un espacio para conocer tu interior
Permítete conectar con tus emociones a través de tus sueños en un entorno seguro.
Si la hiperventilación puede empeorar esa opresión, regular tu respiración es una manera de aliviar esa angustia. Hay muchas técnicas de respiración que pueden ayudarte, pero serán sobre todo aquellas que impliquen una respiración lenta las que te ayudarán a regular este mecanismo.
Puedes probar a hacer respiraciones profundas o diafragmáticas, es decir, tratando de ensanchar tus costillas. También puede ayudarte seguir la pauta de: inhalar 4 segundos, retener 4, y exhalar 6. La retención es opcional, pues lo imprescindible es sobre todo que exhales. Cuando echas el aire, tu sistema nervioso se regula y el cuerpo empieza a calmarse.
A veces normalizamos sensaciones o situaciones pensando que le pasa a todo el mundo y eso hace que los síntomas fuertes de ansiedad nos pillen por sorpresa. Cuando llegan esas sensaciones desagradables, buscamos remedios que no las quiten inmediatamente. Sin embargo, con la llegada de esa opresión en el pecho tal vez sea momento de parar, de descansar, y de priorizarse. Tu cuerpo te está pidiendo atención, quizás sea hora de escucharlo.
Buscar alivio inmediato nos aleja más de lo que sentimos, y de una solución efectiva para regular esas emociones. En lugar de eso, trata de ponerle nombre a la emoción que te está pesando (aunque sea incómoda). Identifica qué otras sensaciones aparecen, trata de acercarte a ellas sin juicio, obsérvalas. Este será el primer paso para entenderte y saber qué necesitas.
Hablar con alguien de confianza te puede desenredar ese nudo que te oprime el pecho. Hablar nos obliga a concretar en palabras lo que nos ocurre, y cuando hacemos esto, aclaramos mejor qué nos ha pasado y cómo nos está afectando. Esto puede ser de gran ayuda para desahogarte o para buscar recursos que te ayuden a gestionar las situaciones que te están provocando tanto malestar.
Aunque el apoyo de alguien de confianza ayuda a desahogarse, la terapia es un lugar seguro y confidencial en el que poder hablar con alguien ajeno a tu entorno. Tener la guía de un profesional cualificado puede dotarte de las herramientas necesarias para aprender a gestionar esta sensación y buscar remedio a las situaciones que te la están provocando.
Dejar de sentir esta presión empieza por cuidarte
La presión en el pecho no es solo un síntoma. Es una señal de tu cuerpo hablándote, pidiéndote que escuches lo que llevas tiempo callando. No tienes que pasar por esto en soledad. Con ayuda psicológica puedes descubrir qué hay detrás de esa presión y empezar a soltarla.
En Psicología María Palau, estaremos encantadas de acompañarte en el proceso de comprender el origen de ese nudo emocional y recuperar tu bienestar.
Nuestras Reseñas
Soy psicóloga sanitaria y trabajo con diferentes problemáticas relacionadas con el estado de ánimo, ansiedad, situaciones vitales estresantes (problemas familiares, laborales, de pareja…), relaciones sociales y autoestima tanto en adultos como en jóvenes.
Siempre he tenido mucho interés en investigar sobre el cerebro y la conducta humana, y por ello, combiné el grado de Psicología con la colaboración en un grupo de investigación en psicobiología. Al terminar la carrera, realicé el Máster en Psicología General Sanitaria.
Actualmente, combinándolo con mi trabajo como terapeuta, estoy haciendo el Doctorado en Psicología en la Universitat Jaume I, investigando sobre el uso de las nuevas Tecnología de la Información y la Comunicación (TICs) en la terapia psicológica, como son el uso de la realidad aumentada y la terapia online.
Nº Colegiada: CV16304
Soy psicóloga sanitaria y trabajo con diferentes problemáticas relacionadas con el estado de ánimo, ansiedad, situaciones vitales estresantes (problemas familiares, laborales, de pareja…), relaciones sociales y autoestima tanto en adultos como en jóvenes.
Siempre he tenido mucho interés en investigar sobre el cerebro y la conducta humana, y por ello, combiné el grado de Psicología con la colaboración en un grupo de investigación en psicobiología. Al terminar la carrera, realicé el Máster en Psicología General Sanitaria.
Actualmente, combinándolo con mi trabajo como terapeuta, estoy haciendo el Doctorado en Psicología en la Universitat Jaume I, investigando sobre el uso de las nuevas Tecnología de la Información y la Comunicación (TICs) en la terapia psicológica, como son el uso de la realidad aumentada y la terapia online.
Nº Colegiada: CV16304