Comer es algo cotidiano, pero para algunas personas, un simple bocado puede convertirse en una experiencia aterradora. Si sientes miedo intenso a tragar por temor a asfixiarte, podrías estar experimentando fagofobia. En este artículo, te explicaré en detalle qué es, cuáles son sus síntomas y cómo puedes superarla.
La fagofobia es el miedo irracional a tragar alimentos, bebidas o incluso la propia saliva. No es un problema físico, sino una fobia específica relacionada con la ansiedad. Las personas que la padecen temen que al tragar puedan atragantarse o asfixiarse, aunque no haya una causa médica que lo justifique.
Este trastorno puede afectar significativamente la vida diaria, ya que muchas personas con fagofobia evitan comer en público, reducen su dieta a alimentos líquidos o blandos y experimentan una ansiedad extrema en cada comida.
Uno de los principales desencadenantes de la fagofobia es haber vivido un episodio de atragantamiento o asfixia, ya sea de forma personal o al presenciarlo en otra persona. Esta experiencia genera un miedo intenso que queda asociado con el acto de tragar, haciendo que la persona desarrolle una hipervigilancia extrema sobre su garganta y el proceso de deglución. Aunque el episodio haya sido aislado y no haya dejado secuelas físicas, el miedo se mantiene y crece con el tiempo, provocando evitación y ansiedad anticipatoria cada vez que se enfrenta a la comida.
Las personas que padecen ansiedad generalizada son más propensas a desarrollar miedos irracionales, como la fagofobia. La ansiedad hace que el cerebro esté constantemente en alerta, detectando peligros incluso donde no los hay. En estos casos, el miedo a tragar no surge de una experiencia traumática específica, sino como una manifestación más de un estado de ansiedad elevado. Además, la ansiedad puede causar tensión en la garganta, sequedad bucal y sensación de nudo en la garganta, lo que refuerza la percepción de que tragar es difícil o peligroso.
Identifica tus necesidades emocionales
Algunas personas desarrollan un miedo intenso a tragar debido a una excesiva preocupación por su bienestar físico. Cualquier molestia en la garganta, dificultad leve al tragar o episodio de tos tras ingerir un alimento puede interpretarse como una señal de peligro. Esto es común en personas con hipocondría o con un alto nivel de autoobservación corporal. En estos casos, el miedo no se basa en una experiencia real de asfixia, sino en la interpretación errónea de señales corporales normales.
La fagofobia también puede desarrollarse al observar el miedo en otras personas. Si en la infancia o adolescencia se ha convivido con alguien que manifestaba miedo a atragantarse o tenía problemas para tragar, es posible que se haya interiorizado esa preocupación. Este aprendizaje indirecto puede generar una asociación negativa con la comida y el acto de tragar, aumentando la ansiedad en torno a este proceso.
El estrés y las emociones intensas pueden afectar el sistema nervioso y provocar síntomas físicos, incluyendo tensión en la garganta y sensación de dificultad al tragar. Si una persona está atravesando un período de alto estrés, duelo o ansiedad por otros motivos, es posible que desarrolle una preocupación excesiva sobre su capacidad para tragar, desencadenando la fagofobia. En estos casos, el problema no es realmente el acto de tragar, sino el estrés acumulado que busca una vía de expresión.
Uno de los efectos más preocupantes de la fagofobia es la disminución en la ingesta de alimentos, lo que puede llevar a deficiencias nutricionales y pérdida de peso. Muchas personas con este miedo limitan su alimentación a líquidos, purés o alimentos muy blandos, lo que puede generar un desequilibrio en la dieta. En casos más graves, pueden llegar a desarrollar un estado de malnutrición que afecta su energía, concentración y bienestar general.
Comer es una actividad social, y cuando se desarrolla miedo a tragar, muchas personas comienzan a evitar situaciones en las que tengan que comer en público. Pueden rechazar invitaciones a reuniones, evitar salir a restaurantes o incluso sentirse incómodas comiendo frente a sus familiares. Con el tiempo, este aislamiento social puede afectar su autoestima y generar sentimientos de soledad o incomprensión.
El miedo a tragar puede generar un estado de ansiedad constante, especialmente en las horas previas a una comida. Muchas personas experimentan síntomas como taquicardia, sudoración y mareos solo con la idea de tener que comer. En los casos más extremos, esto puede derivar en ataques de pánico, donde la persona siente una sensación de peligro inminente y una fuerte angustia, reforzando aún más el miedo a comer.
Vivir con fagofobia puede ser frustrante y agotador, ya que la persona siente que ha perdido el control sobre algo tan básico como alimentarse. La frustración y la sensación de impotencia pueden derivar en síntomas depresivos, falta de motivación e incluso pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba. La combinación de ansiedad, miedo y aislamiento puede hacer que el problema se agrave si no se busca ayuda profesional.
Construye relaciones más saludables
Te acompañamos en el proceso de crear vínculos auténticos basados en el respeto y la comprensión.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es el enfoque más eficaz. A través de ella, se trabajan los pensamientos irracionales sobre el miedo a tragar y se realizan exposiciones graduales a la comida para reducir la ansiedad.
Aprender a controlar la ansiedad con técnicas como la respiración diafragmática o la relajación progresiva de Jacobson ayuda a afrontar las comidas con menos temor.
Se recomienda comenzar con alimentos suaves, como purés o yogures, e ir aumentando gradualmente la consistencia. La clave es recuperar la confianza en el proceso de deglución.
Un nutricionista puede ayudar a diseñar una dieta equilibrada que se adapte a las necesidades y limitaciones temporales de la persona con fagofobia.
Si la ansiedad es muy intensa, un psiquiatra puede valorar el uso de ansiolíticos o antidepresivos, pero siempre como complemento a la terapia psicológica.
La fagofobia puede ser una experiencia angustiante, pero con el tratamiento adecuado es posible recuperar una relación saludable con la comida. Si te identificas con estos síntomas, no dudes en buscar ayuda profesional. En Psicología María Palau estaremos encantadas de acompañarte en un proceso individualizado. Comer sin miedo es posible, y dar el primer paso es clave para lograrlo.
Nuestras Reseñas
Soy psicóloga sanitaria y trabajo con diferentes problemáticas relacionadas con el estado de ánimo, ansiedad, situaciones vitales estresantes (problemas familiares, laborales, de pareja…), relaciones sociales y autoestima tanto en adultos como en jóvenes.
Siempre he tenido mucho interés en investigar sobre el cerebro y la conducta humana, y por ello, combiné el grado de Psicología con la colaboración en un grupo de investigación en psicobiología. Al terminar la carrera, realicé el Máster en Psicología General Sanitaria.
Actualmente, combinándolo con mi trabajo como terapeuta, estoy haciendo el Doctorado en Psicología en la Universitat Jaume I, investigando sobre el uso de las nuevas Tecnología de la Información y la Comunicación (TICs) en la terapia psicológica, como son el uso de la realidad aumentada y la terapia online.
Nº Colegiada: CV16304
Soy psicóloga sanitaria y trabajo con diferentes problemáticas relacionadas con el estado de ánimo, ansiedad, situaciones vitales estresantes (problemas familiares, laborales, de pareja…), relaciones sociales y autoestima tanto en adultos como en jóvenes.
Siempre he tenido mucho interés en investigar sobre el cerebro y la conducta humana, y por ello, combiné el grado de Psicología con la colaboración en un grupo de investigación en psicobiología. Al terminar la carrera, realicé el Máster en Psicología General Sanitaria.
Actualmente, combinándolo con mi trabajo como terapeuta, estoy haciendo el Doctorado en Psicología en la Universitat Jaume I, investigando sobre el uso de las nuevas Tecnología de la Información y la Comunicación (TICs) en la terapia psicológica, como son el uso de la realidad aumentada y la terapia online.
Nº Colegiada: CV16304